No te ahogues en Pisco sálvate con Chicha

Last Updated: noviembre 14, 2024By Tags: ,
  • Pisco, ciudad y puerto de la Región Ica, en el Perú.
  • Pisco, subdivisión territorial de la provincia de Pisco, en el Perú.
  • Pisco, subdivisión territorial del departamento de Ica, en el Perú.
  • Piscobamba, distrito de la Región Apurímac, en el Perú. En quechua significa territorio de las aves.
  • Piscobamba, distrito de la Región Ancash, en el Perú.
  • Piscocancha, pueblo de la Región Cuzco, en el Perú.
  • Piscococha, pueblo de la Región Lima, en el Perú.
  • Piscocoto, pueblo de la Región Lima, en el Perú.
  • Piscohuasi, pueblo de la Región Ancash, en el Perú. En quechua significa casa de las aves.
  • Piscopampa, distrito de la Región Arequipa, en el Perú.
  • Piscopampa, distrito de la Región Huancavelica, en el Perú. En quechua significa pampa de las aves.
  • Piscotuna, pueblo de la Región Ayacucho, en el Perú. En quechua significa fruta de las aves.
  • Piscoyacu, pueblo de la Región San Martín, en el Perú.
  • Pisco Pucará, pueblo de la Región Arequipa, en el Perú.
  • Pisco Lerca, pueblo de la Región Piura, en el Perú.
  • Piscos, pueblo de la Región Ancash, en el Perú.
  • Huatapisco, pueblo de la Región Cuzco, en el Perú. En quechua significa ave atada.
  • Los Piscos, pueblo de la Región La Libertad, en el Perú.
  • Río Pisco, pueblo de la Región Pasco, en el Perú.
  • San Juan de Pisco, pueblo de la Región Ancash, en el Perú.

En Chile: Pisco Elqui, pueblo de la IV Región de Coquimbo. (Hasta 1931 se llamaba La Unión)

¿Conchudos, no?

Sin embargo, en Perú el aguardiente de uva llamado pisco lo consumen cuatro gatos, y en Chile lo deben consumir los cuatro galos, pero es un negocio redondo para sus empresarios. Aunque ya en la novela Adiós al Séptimo de Línea del mapocho Jorge Hinostroza se cuenta cómo la infausta oficialidad chilena se deleitaba con esta deliciosa bebida peruana mientras invadía Moquegua, lo cierto es que los chilenos ahora se han apropiado de su origen, nombre y fama. Justo premio a su astucia: ellos se dedicaron a industrializarlo y exportarlo a Europa desde 1931, mientras que los peruanos nos rascábamos las bolas; además, hasta hace unos años, ni nos importaba el pisco.

Actualmente, mientras aquí se producen unas cien mil hectáreas de vid, en Chile ya han superado el medio millón. Ahora, claro, nos ponemos las pilas porque la exportación de pisco rinde, entonces unos señores de abuelos italianos intentan llevarnos la delantera, montando una campaña patriotera y nacionalista digna de Antauro Humala, convenciéndonos de que una botella de pisco debería estar en el escudo nacional, encima de la concha y la cornucopia de la abundancia. Pero todo será en vano, porque en cuanto los chilenos compren sus viñedos en la costa, ahí veremos quién carajo es el verdadero patriota.

Si realmente queremos una bebida nacional, adoptemos a ese noble trago llamado chicha de jora, maíz sublevado y fermentado, superior al pisco en muchos aspectos, comenzando por el hecho de que es posible amamantar a un bebé con chicha de jora para que crezca sano y fuerte. Al que no me crea, que visite Catacaos y se enfrente a pelo con una lugareña en las playas de Colán a ver si le sirven la leche Gloria con la que se ha criado. Dale chicha a tu sobrino de un año y verás que se pone a techar el Amauta con cemento puzolánico.

La chicha de jora es antigua, ritual, considerada sagrada, tiene tradición y es milenaria. Era servida en vasos de oro y primero se ofrecía al Inti, porque los incas sabían que su savia venía directamente, a través de la fotosíntesis, de los rayos solares. ¿Cómo podemos comparar un aguardiente como el pisco, que te embota, con la cerveza fortificante que es la chicha de jora, aquella que te entona para que claves tu varita en el cerro Hunaccaure? Le das un vasito diario a tu maíz y se transforma en una caña de siete metros con mazorcas de siete colores, al estilo de la semilla del ermitaño. Échale tres gotas de pisco y verás cómo el maíz se convierte en paja. Beber chicha de jora es mejor que beber vino, yogurt o incluso agua pura; retrasa el envejecimiento, tersa la piel, elimina el colesterol malo, mata los piojos, humecta la piel, combate el cáncer –¿has visto incas con cáncer?– y es compatible con el ejercicio físico.

En mi pueblo, Lámud, la chicha se usa como energizante para construir caminos donde podrían aterrizar aviones Hércules (si estos quieren aterrizar ya es asunto de ellos), se usa para detener la crecida de los ríos y para construir iglesias para el cura jesuita. Tómate media botella de pisco y luego intenta sembrar cuatro frijoles; a ver si puedes. Bebe un porongo de chicha, esa que es fresquita, dulce y amarga, con esa mixtura de sabores que haría envidiar a la flor de la canela embadurnada en miel de picarones, esa chicha que apaga la sed de una patada.

Esta bebida es medio cerveza, medio champaña, te embriaga como a Noé recién bajado del arca y con ganas de calatearse. Bébela sin miedo, en el coleto; al mismo tiempo que te quita el sarro de los dientes, te sirve de antiácido. Tómate un porongo y verás que no paras hasta dejar embarazado a medio pueblo, incluyendo a las monjas holandesas que siempre encuentras en los montes buscando al Espíritu Santo. Y ni hablar de una chola con chicha adentro; te fractura el hueso pernesiano y, de yapa, se baja del catre para correr la maratón de Boston llevándote como mochila.

La chicha es la bebida del Perú, hija de la verdadera sabiduría de la tierra a la que pertenecemos, sangre de nuestras venas, elixir de nuestra madre, jugo natural que forja hombres y mujeres libres, ansiosos por conquistar el espacio sideral, hermanos de una grandeza reprimida que poco a poco resurge para estrechar nuevamente nuestra cuna, nuestra casa, nuestra mamapacha. Olvidadizos, los occidentales recién están empezando a entender el mensaje de la chicha; la buscan en Shaolin, en Buda, en Confucio, en la ecología y en los gnósticos. Nosotros ya la tenemos; la chicha es nuestro pan.

En la última cena, Jesús buscó chicha y no la encontró. La única bebida que tomaría Superman es la chicha porque proviene del sol a través del maíz; el resto es solo moda, caprichos de mistis que aún no se asientan en el país, facsímiles de europeos, patriotas de salón, soldados del billete, marineros de yate, sin patria, sin madre, sin sol, sin luna, sin las hermanitas estrellitas y, claro, sin chicha.

Deja un comentario

Comparte esta nota