Lima, Distrito Federal del Nuevo Trumplandia – En un audaz movimiento geopolítico que ha dejado perplejos a los expertos y ha provocado un colapso masivo de sarcasmo en redes sociales, la presidenta de Perú, Dina Boluarte, ha anunciado su intención de cambiar el nombre del país a “Estados Asociados del Gran Perúamericano” para alinearse mejor con la agenda de Donald Trump.

Según Boluarte, la medida es necesaria tras la inminente extinción de los «caviares» y «woke» peruanos, a quienes describió como una especie exótica que solo sobrevivía gracias a la USAID. “Sin financiamiento extranjero, esa gente está condenada a desaparecer. Es hora de abrazar los valores reales, los valores de Trump, los valores del rebronceado y la gorra roja”, declaró mientras tomaba notas de un libro de autoayuda titulado Cómo ser una democracia sin molestar a los ricos.

El plan, bautizado internamente como “Make Peru Great Again”, busca transformar la nación en un paraíso fiscal de bajos impuestos, fronteras cerradas a ideas progresistas y con una nueva bandera que reemplazaría al histórico escudo nacional con un retrato de Boluarte sosteniendo una hamburguesa de McDonald’s con la mano derecha y una Biblia con la izquierda.

Trump aplaude la iniciativa y sugiere más cambios

Desde su residencia en Mar-a-Lago, Donald Trump celebró la noticia y sugirió ajustes adicionales. “Gran movimiento de Dina, gran presidenta, la mejor presidenta. Ella entiende lo importante que es hacer que los países sean grandiosos de nuevo. Debería construir un muro alrededor de su Congreso, deportar a todos los que leen, y hacer que Machu Picchu sea un resort con casino. Gran turismo. Muy rentable”, afirmó en un comunicado que terminó con un pedido de donaciones para su próxima campaña legal.

Fuentes cercanas al gobierno afirman que se están considerando cambios adicionales, como modificar el calendario escolar para que los niños aprendan a contar en dólares y sustituir el himno nacional con una versión tropical de God Bless America.

Por otro lado, el Congreso, dividido entre los que no entendieron la propuesta y los que ya estaban vendiendo gorras con el nuevo nombre del país, ha pedido tiempo para evaluar la medida. “Es una decisión muy importante. Estamos en un punto de inflexión entre ser un país independiente o un parque temático de Florida”, declaró un congresista anónimo que estaba demasiado ocupado apostando en Betsson como para leer la Constitución.

Mientras tanto, la ciudadanía espera con ansias el referéndum donde se decidirá si el nuevo nombre se acompaña con la eliminación del español como idioma oficial y la adopción de una versión de inglés simplificado basado en memes y eslóganes de campaña.