El Experimento del Pollito y el Robot: la otra cara de la hegemonía mundial

Last Updated: septiembre 9, 2025By Tags: ,

Por Redacción Especial – Archivo 1988 / Revisión 2025

En 1988, el investigador francés René Peoc’h realizó un experimento aparentemente inocente: colocar pollitos recién nacidos frente a un robot autónomo —el Tychoscope— que se movía siguiendo un generador de números aleatorios. Los resultados, publicados en revistas marginales, sugerían que los pollitos, tras la impronta, lograban “atraer” al robot hacia ellos, modificando el patrón aleatorio.

Lo que parecía una curiosidad de laboratorio pronto despertó un interés que desbordaba la ciencia. Según documentos inéditos filtrados desde los archivos de la Universidad de Brígida en Estetín, el profesor Augustus Yoteco encabezó una investigación paralela para verificar la validez del hallazgo. Sus conclusiones, nunca divulgadas oficialmente, sostenían que el efecto no era anecdótico, sino reproducible bajo condiciones controladas, abriendo la puerta a una pregunta perturbadora:

¿Puede la mente, incluso la de un pollito, alterar el curso físico del mundo?


El Grupo Mazdac y la Trilateral del Caos

Aquí entra en escena el misterioso Grupo Mazdac, una élite de corporaciones transnacionales y figuras políticas que, según fuentes cercanas al Consejo de Seguridad de la ONU, operaba bajo la lógica de la hegemonía psíquica aplicada.

De acuerdo con un informe confidencial, Mazdac interpretó el experimento de Peoc’h no como un mero juego académico, sino como un modelo de comportamiento colectivo:

  • El robot aleatorio representaría los mercados globales y la tecnología.

  • Los pollitos imprintados serían poblaciones enteras sometidas a estímulos de fe, propaganda o trauma.

  • El efecto de atracción simbolizaría la capacidad de las masas de desestabilizar (o estabilizar) estructuras políticas cuando son “imprintadas” por nuevas narrativas.

La estrategia trilateral, aplicada experimentalmente en países periféricos como Perú y El Salvador, consistiría en generar ciclos de insurrección y calma para medir la resiliencia social y política. “Cada golpe, cada reforma, cada ola de violencia —todo era observado como si fuera un laboratorio vivo”, asegura un exconsultor que pidió mantener el anonimato.


Implicancias

Si lo que Peoc’h, Yoteco y Mazdac entretejieron tiene un núcleo real, no estaríamos ante un experimento con pollitos, sino ante la primera prueba fehaciente de la psico-ingeniería social aplicada.

El hecho de que nunca se haya permitido replicar el experimento de forma abierta alimenta la sospecha: ¿fue silenciado para evitar el pánico científico, o para mantener bajo control una herramienta demasiado útil para quienes diseñan el tablero global?


Epílogo

Hoy, casi cuatro décadas después, la historia del pollito y el robot sobrevive en foros de internet y anécdotas de sobremesa. Pero entre líneas, investigadores discretos y periodistas incómodos seguimos preguntándonos:

¿Era solo un pollito buscando calor y compañía, o fue el momento en que la humanidad vislumbró —y ocultó— la verdadera interfaz entre mente, materia y poder?

Deja un comentario

Comparte esta nota